martes, 27 de octubre de 2015

Adaptación de un relato folklórico

Victoria.


Os voy a contar una historia tal y como recuerdo que me la contó a mi una profesora de la universidad, a la cual se la habían contado previamente y ahora yo os la cuento a vosotros para que, del mismo modo, podáis contársela a otros. Disculpad si no la recuerdo entera o no es así como os la contaron a vosotros pero eso no es importante, tampoco os preocupéis si no la recordáis, contadla como a vuestra mente venga.

Esta historia comienza un tiempo atrás en uno de esos reinos en los que aún salía el rey lanza en ristre a proteger a su pueblo. Hace no tanto que el gobernante del lugar había dejado a su esposa viuda y a una princesa muy querida por su pueblo. Lo cierto es que las cosas no iban mal, la reina madre gobernaba como regente y la princesa recibió como última voluntad la espada engarzada con rubíes, el fuero juzgo con su sobria encuadernación que contenía todas las leyes, además de una preciosa armadura de cuerpo entero.

La princesa, que yo llamaré Victoria, aunque en otras versiones de esta historia puede recibir un nombre distinto, estaba, como casi todos los días, practicando con la espada de su padre cuando su madre la llamo al salón del trono. En el salón, su madre, preocupada por el futuro del reino, instó a su hija a buscar un esposo para que se convirtiera en el nuevo rey. A Victoria esta idea no le hizo mucha gracia, por lo que, tratando de evadir la situación a la par que complacer a su madre, acepto casarse, pero le puso a esta una serie de condiciones: que el hombre con el que se casara debería derrotarla en combate, una pulsera de oricalco y unos pendientes de mithril.

La madre, aunque dubitativa, pensó que tarde o temprano algún rey con más experiencia en combate podía derrotarla y que podrían encontrar los metales de las joyas, aunque no sería tarea fácil debido a su escasez.

Así sucedió, al cabo de dos años, seis meses y cinco días, Victoria tuvo en su poder las joyas que había pedido, y, aunque ilusionada por esas bellas piezas de artesanía, se empezó a preocupar porque su madre había sido capaz de hallar tales objetos y en muy poco tiempo. Justo al poco de suceder esto, un caballero la derrotó en combate después de una ardua batalla, y ella, temerosa de que llegase a oídos de su madre, decidió escapar. Se enfundó la armadura que su padre la había dejado en herencia, guardó también su libro y su inseparable espada y huyo de palacio.  Pasó días y días caminando hasta que finalmente llegó a un pueblo no muy grande donde pidió oficio como aprendiz de panadera y así pasaron los días con aparente tranquilidad hasta que un día una bestia con cuernos, alas y siete patas apareció en el camino y aterrorizaba a la población, por lo que Victoria, ni corta ni perezosa, se puso la armadura, tomo la espada y se aprestó para la batalla; asistió golpes a diestro y siniestro y se escuchaba el retumbar de la espada dando una y otra vez contra el caparazón de la bestia, y el repiquetear de las pinzas del monstruo contra el escudo que ella portaba, hasta que finalmente el grito de la bestia malherida que resopló su último estertor indicó el final de la batalla, quedando como vencedor la misteriosa figura armada, quien fue alabada por el pueblo, pero el héroe no dio respuesta alguna, se dio media vuelta y se adentró en el bosque siguiendo su camino y una vez allí Victoria se quitó la armadura para volver a la panadería no sin antes dejar caer un broche que segundos después recogió un niño que había observado la hazaña y la persiguió para darle las gracias, justo a tiempo de ver como una sombra se difuminaba en la lejanía.

Días más tarde, estando Victoria trabajando en la panadería, oyó gritos procedentes de la calle de lo que parecía una pelea y rápidamente dejo lo que estaba haciendo para ponerse su armadura y se encaminó al lugar de donde procedían los gritos. Una vez allí se encontró con dos hombres discutiendo sobre si un pequeño potro le pertencecía a uno o a otro, argumentado cada uno que era suyo, uno porque el potro estaba cerca de su caballo y por ello debía ser su cría, y el otro argumentando que era de su yegua dado que los caballos no podían parir. En vista de tal situación, nuestro valiente héroe saco el libro que su padre le había dejado en herencia y que llevaba siempre consigo y aplicando las leyes que en el libro aparecían, estableció que la posesión del potrillo recaería en el dueño de la yegua, con la condición de que éste le pagase una tercera parte del valor del potro al dueño del caballo, quedando así ambos satisfechos. En el tiempo que duró la trifulca se reunieron a su alrededor unos cuantos vecinos del lugar y aplaudieron la sabía decisión del caballero, el cual, aprovechando un descuido de los presentes, se fue del lugar, no sin antes dejar caer uno de los pendientes que había pedido a su madre. En ese momento, una pequeña figura emergió de la multitud y recogió el brillante pendiente, poniéndolo en uno de sus bolsillos junto a la pulsera que se encontró días atrás.

Semanas más tarde, estando Victoria tranquilamente atendiendo la panadería, entraron por la puerta una madre con su hijo, el cual, muy avispado notó enseguida que a ella le faltaba uno de los pendientes y que el que llevaba puesto tenía un parecido increíblemente similar al que el se encontró hacía poco cuando el caballero solucionó el problema con los caballos. El niño enseguida hizo la conexión de que el misterioso caballero que mató al monstruo y ayudo a los dos hombre debía ser, sin duda alguna, aquella panadera nueva en el pueblo, y así se lo comentó a su madre y ésta a todo el pueblo, quienes decidieron en conjunto que dado que no tenían ningún gobernante, la valiente princesa Victoria debería ocupar el puesto como su reina y protegerles a todos. Victoria decidió no casarse y formar a un nuevo rey de acuerdo  las necesidades de su pueblo.

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Este relato está adaptado para niños de once años tanto por su extensión como por el lenguaje utilizado.

Al tratarse de un relato folklórico he hecho una pequeña  introducción que sirva para dar a entender que este tipo de texto ha estado (y seguiría estando de no ser por su fijación) en constante transformación ya que es un relato de transmisión oral.

En la adaptación he querido mantener lo que considero la estructura principal de la historia es decir:
  • Un momento de inestabilidad que inicia el desarrollo de la historia.
  • La petición de algo que no se quiere realizar y contra lo que se rebela la protagonista.
  • El intento de aplazamiento de la realización de la petición.
  • La huida y persecución.
  • La resolución de problemas contando con ayuda de objetos que nos refieren al entorno familiar.
  • El deseo de ser descubierta.
  • La formación de un nuevo núcleo.

Por otra parte se han modificado los siguientes temas:
  • El motivo de la huida, ya que el incesto no está ni bien visto ni es algo que se deba mostrar a determinadas edades ya que requieren de un pensamiento mucho más desarrollado con una ética y moral estables para poder ser analizados correctamente.
  • La extensión ya que no se puede extender demasiado en una historia puesto que para este público podría resultar pesada y lenta en su ejecución.
  • No considero que el matrimonio sea una resolución final en nuestra sociedad actual, por lo que he optado por proponer un motivo personal como símbolo de crecimiento personal y haber conseguido cumplir sus propósitos, es decir objetivos cumplidos.
  • Se ha añadido un nombre a la protagonista para que resulte más fácil seguir su recorrido a lo largo de la historia ya que, con tanto cambio de ¨genero¨ puede llegar a ser difícil su seguimiento, además este personaje recibe un nombre arquetípico simbolizando que representa el triunfo que es lo que consigue en toda su acción. Si bien es así con este personaje los demás carecen de nombre ya que, en primer lugar no tienen la suficiente relevancia ni desarrollo de sus acciones como para necesitarlo. En segundo lugar en los textos folklóricos los personajes carecían de nombres y estos no son necesarios para que los niños mayores de nueve años aproximadamente puedan seguir la historia.