Victoria.
Os voy
a contar una historia tal y como recuerdo que me la contó a mi una profesora de
la universidad, a la cual se la habían contado previamente y ahora yo os la
cuento a vosotros para que, del mismo modo, podáis contársela a otros. Disculpad
si no la recuerdo entera o no es así como os la contaron a vosotros pero eso no
es importante, tampoco os preocupéis si no la recordáis, contadla como a
vuestra mente venga.
Esta
historia comienza un tiempo atrás en uno de esos reinos en los que aún salía el
rey lanza en ristre a proteger a su pueblo. Hace no tanto que el gobernante del
lugar había dejado a su esposa viuda y a una princesa muy querida por su
pueblo. Lo cierto es que las cosas no iban mal, la reina madre gobernaba como
regente y la princesa recibió como última voluntad la espada engarzada con
rubíes, el fuero juzgo con su sobria encuadernación que contenía todas las
leyes, además de una preciosa armadura de cuerpo entero.
La princesa,
que yo llamaré Victoria, aunque en otras versiones de esta historia puede
recibir un nombre distinto, estaba, como casi todos los días, practicando con
la espada de su padre cuando su madre la llamo al salón del trono. En el salón,
su madre, preocupada por el futuro del reino, instó a su hija a buscar un
esposo para que se convirtiera en el nuevo rey. A Victoria esta idea no le hizo
mucha gracia, por lo que, tratando de evadir la situación a la par que
complacer a su madre, acepto casarse, pero le puso a esta una serie de
condiciones: que el hombre con el que se casara debería derrotarla en combate,
una pulsera de oricalco y unos pendientes de mithril.
La
madre, aunque dubitativa, pensó que tarde o temprano algún rey con más experiencia
en combate podía derrotarla y que podrían encontrar los metales de las joyas,
aunque no sería tarea fácil debido a su escasez.
Así
sucedió, al cabo de dos años, seis meses y cinco días, Victoria tuvo en su
poder las joyas que había pedido, y, aunque ilusionada por esas bellas piezas
de artesanía, se empezó a preocupar porque su madre había sido capaz de hallar
tales objetos y en muy poco tiempo. Justo al poco de suceder esto, un caballero
la derrotó en combate después de una ardua batalla, y ella, temerosa de que
llegase a oídos de su madre, decidió escapar. Se enfundó la armadura que su
padre la había dejado en herencia, guardó también su libro y su inseparable
espada y huyo de palacio. Pasó días y
días caminando hasta que finalmente llegó a un pueblo no muy grande donde pidió
oficio como aprendiz de panadera y así pasaron los días con aparente tranquilidad
hasta que un día una bestia con cuernos, alas y siete patas apareció en el
camino y aterrorizaba a la población, por lo que Victoria, ni corta ni perezosa,
se puso la armadura, tomo la espada y se aprestó para la batalla; asistió
golpes a diestro y siniestro y se escuchaba el retumbar de la espada dando una
y otra vez contra el caparazón de la bestia, y el repiquetear de las pinzas del
monstruo contra el escudo que ella portaba, hasta que finalmente el grito de la
bestia malherida que resopló su último estertor indicó el final de la batalla,
quedando como vencedor la misteriosa figura armada, quien fue alabada por el pueblo,
pero el héroe no dio respuesta alguna, se dio media vuelta y se adentró en el
bosque siguiendo su camino y una vez allí Victoria se quitó la armadura para
volver a la panadería no sin antes dejar caer un broche que segundos después
recogió un niño que había observado la hazaña y la persiguió para darle las
gracias, justo a tiempo de ver como una sombra se difuminaba en la lejanía.
Días más
tarde, estando Victoria trabajando en la panadería, oyó gritos procedentes de
la calle de lo que parecía una pelea y rápidamente dejo lo que estaba haciendo
para ponerse su armadura y se encaminó al lugar de donde procedían los gritos.
Una vez allí se encontró con dos hombres discutiendo sobre si un pequeño potro
le pertencecía a uno o a otro, argumentado cada uno que era suyo, uno porque el
potro estaba cerca de su caballo y por ello debía ser su cría, y el otro
argumentando que era de su yegua dado que los caballos no podían parir. En
vista de tal situación, nuestro valiente héroe saco el libro que su padre le
había dejado en herencia y que llevaba siempre consigo y aplicando las leyes
que en el libro aparecían, estableció que la posesión del potrillo recaería en
el dueño de la yegua, con la condición de que éste le pagase una tercera parte
del valor del potro al dueño del caballo, quedando así ambos satisfechos. En el
tiempo que duró la trifulca se reunieron a su alrededor unos cuantos vecinos
del lugar y aplaudieron la sabía decisión del caballero, el cual, aprovechando
un descuido de los presentes, se fue del lugar, no sin antes dejar caer uno de
los pendientes que había pedido a su madre. En ese momento, una pequeña figura
emergió de la multitud y recogió el brillante pendiente, poniéndolo en uno de
sus bolsillos junto a la pulsera que se encontró días atrás.
Semanas
más tarde, estando Victoria tranquilamente atendiendo la panadería, entraron
por la puerta una madre con su hijo, el cual, muy avispado notó enseguida que a
ella le faltaba uno de los pendientes y que el que llevaba puesto tenía un
parecido increíblemente similar al que el se encontró hacía poco cuando el
caballero solucionó el problema con los caballos. El niño enseguida hizo la
conexión de que el misterioso caballero que mató al monstruo y ayudo a los dos
hombre debía ser, sin duda alguna, aquella panadera nueva en el pueblo, y así
se lo comentó a su madre y ésta a todo el pueblo, quienes decidieron en
conjunto que dado que no tenían ningún gobernante, la valiente princesa Victoria
debería ocupar el puesto como su reina y protegerles a todos. Victoria decidió
no casarse y formar a un nuevo rey de acuerdo
las necesidades de su pueblo.
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Este
relato está adaptado para niños de once años tanto por su extensión como por el
lenguaje utilizado.
Al
tratarse de un relato folklórico he hecho una pequeña introducción que sirva para dar a entender que
este tipo de texto ha estado (y seguiría estando de no ser por su fijación) en
constante transformación ya que es un relato de transmisión oral.
En la
adaptación he querido mantener lo que considero la estructura principal de la
historia es decir:
- Un momento de inestabilidad que inicia el desarrollo de la historia.
- La petición de algo que no se quiere realizar y contra lo que se rebela la protagonista.
- El intento de aplazamiento de la realización de la petición.
- La huida y persecución.
- La resolución de problemas contando con ayuda de objetos que nos refieren al entorno familiar.
- El deseo de ser descubierta.
- La formación de un nuevo núcleo.
Por otra
parte se han modificado los siguientes temas:
- El motivo de la huida, ya que el incesto no está ni bien visto ni es algo que se deba mostrar a determinadas edades ya que requieren de un pensamiento mucho más desarrollado con una ética y moral estables para poder ser analizados correctamente.
- La extensión ya que no se puede extender demasiado en una historia puesto que para este público podría resultar pesada y lenta en su ejecución.
- No considero que el matrimonio sea una resolución final en nuestra sociedad actual, por lo que he optado por proponer un motivo personal como símbolo de crecimiento personal y haber conseguido cumplir sus propósitos, es decir objetivos cumplidos.
- Se ha añadido un nombre a la protagonista para que resulte más fácil seguir su recorrido a lo largo de la historia ya que, con tanto cambio de ¨genero¨ puede llegar a ser difícil su seguimiento, además este personaje recibe un nombre arquetípico simbolizando que representa el triunfo que es lo que consigue en toda su acción. Si bien es así con este personaje los demás carecen de nombre ya que, en primer lugar no tienen la suficiente relevancia ni desarrollo de sus acciones como para necesitarlo. En segundo lugar en los textos folklóricos los personajes carecían de nombres y estos no son necesarios para que los niños mayores de nueve años aproximadamente puedan seguir la historia.